sábado, 18 de agosto de 2007

CCCVII... Estresado "Un cuento tatuado"

semana: 10-08-2007
tema: Orquídeas y Sapos
ganador: Andresniporesas
título: Un cuento tatuado.

Con parsimonia, lentamente, midiendo los gestos y las acciones le desabrochó la blusa y con una ceremonia heredada de los cuentos le soltó el sujetador. No podía creer lo que estaba viendo: en el pecho izquierdo tenía tatuado un sapo y en el derecho una orquídea.
Julio quedó cortado, sabía que a partir de ese momento el encuentro sería especial.
Ella, Irina, lo miró con cariño, hasta con compasión. Y comenzó a relatarle su historia, una historia absurda, quizá. Una historia pactada y pagada.
Érase una vez una jovencita que tenía muchas ganas de casarse. Todos los días llevaba al río un par de orquídeas y las tiraba a la corriente. El río las hacía bailar en los remolinos y algunas veces quedaban atrapadas en el barro de la orilla. Allí prendían y crecían y florecían. La joven estaba convencida de que un príncipe había sido embrujado y ella le llevaba las orquídeas, las besaba y las tiraba al agua, por si entraban en contacto con el sapo de sus sueños y así recuperaba la forma humana.
Pasaron los días, pasaron los meses y pasaron años. Y aquel río chiquito se convirtió en un jardín en cuyas orillas crecían unas orquídeas bellísimas. Tan bello era, y tal era su fama, que otro príncipe, el hijo heredero del reino de Calibia, venía a pasear todos los días entre las orquídeas, cortaba las más hermosas y se las llevaba a su amada esposa.
Un día, dentro de la orquídea que el príncipe cortó, se encontraba un pequeño sapito verde, brillante, silencioso. La esposa amada colocó las flores en el jarrón sin ver el sapito y se acostó. A las 12 en punto de la noche el sapo comenzó a croar con insistencia. El príncipe y su amada esposa se despertaron. Se miraron y rieron. Entonces el príncipe le dio un beso a su amada y ésta se convirtió en una ranita azul brillante, la cual dio un salto y se colocó sobre la flor de la orquídea junto al sapito.
Lleno de tristeza el príncipe cogió las flores y el florero y se encaminó al río. Allí vació el agua, las orquídeas y al sapo y la ranita, su amada. El agua se iluminó en el punto donde cayó la ranita y el príncipe sintió la necesidad de ir a encontrarse con su amada esposa. Se adentró en el agua, sin poder detenerse, hasta que la corriente lo cubrió.
En aquel remanso del río suena el canto de las ranas pero por encima de todas se oye cada noche, a las 12 en punto, una melodía que canta el príncipe enamorado.
¿Te ha gustado, Julio? Aquella ranita soy yo, siempre lo he sido.
Bueno, el próximo día fingiremos que un oso entra en la habitación. Prepara un cuento.
Julio fue a darle un beso de despedida pero ella se lo impidió (por si acaso). Cuando Julio bajaba por las escaleras aún resonaban las carcajadas de Irina.

15/08/2007, 18:09

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