viernes, 28 de septiembre de 2007

CCCXII... Mens-Curiosa, "El encuentro"

semana: 15-09-2007
tema: "El secreto es el rey, cuídalo"
ganadora: MENS-CURIOSA
título: El encuentro

Catorce hombres de honor se congregaron en una noche sin luna en la más oscura de las estancias del castillo de su rey. Aunque la mayoría de ellos era de condición militar (oficiales de caballería, soldados de a pie y hasta vigilantes de las torres amuralladas), también les acompañaban dos clérigos de alto rango, obispos.
Aguardaron con nerviosismo la llegada de las dos personas que habían convocado la reunión, y que no tardaron en aparecer. Todos inclinaron la cabeza con profundo respeto cuando el rey y la reina, envueltos en ropajes que les camuflaban, penetraron en la sala.
Sin preámbulos, invitaron a los demás a tomar asiento alrededor de la larga mesa que dominaba la estancia. Pronto se enfrascaron en discusiones acerca de la estrategia que seguirían en el delicado encuentro que tendría lugar al día siguiente. Conversaron hasta más allá de la medianoche, y el eco de las últimas palabras de la reina les persiguió mientras emprendían el regreso a sus hogares. “El secreto es el rey, cuidadlo”, había dicho ella. Y los catorce hombres de honor juraron dar la vida por su rey, si era necesario.
Llegó el momento de la entrevista, que se había concertado en el salón del trono. La pareja real se encontraba flanqueada por un obispo, uno a cada lado, por los dos oficiales y los dos vigilantes. El resto de su cortejo eran ocho soldados rasos que se distribuyeron inmediatamente en una ordenada fila, delante de sus monarcas y de sus superiores. Todos ellos iban ataviados con vestiduras blancas, el color del escudo real.
Poco después hacía su aparición el soberano con quien iba a reunirse. Le acompañaba su esposa la reina. Como habían supuesto, no llegaron solos. Otros catorce hombres de honor les escoltaban, exhibiendo orgullosos sus atuendos, del mismo negro azabache que el de sus monarcas. En el intervalo de un suspiro, todo ellos adoptaron las mismas posiciones que tenían sus anfitriones y su respectivo séquito, quedando enfrentados.
Los dos reyes se midieron con los ojos, y bajaron después la vista hacia el suelo de la estancia, cuyas baldosas negras y blancas exhibían un diseño simétrico. Pero ni siquiera entonces sospecharon la evidente similitud que existía entre ellos y el tablero y las fichas de cierto juego.
En su morada, los dos dioses aburridos que habían dispuesto aquel encuentro se frotaron las manos y dieron comienzo a su peculiar partida de ajedrez.

18/09/2007, 17:05

CCCXI... Gemmayla, "El último dragón del cuarto regimiento", y Vichoff "El último Dragón (Homenaje a Ridley Scott y a 'Blade Runner')"

semana: 6-09-2007
tema: El último dragón
ganadoras: Gemmayla "El último dragón del cuarto regimiento", y Vichoff "El último Dragón (Homenaje a Ridley Scott y a 'Blade Runner')"


gemmayla.- "El último dragón del cuarto regimiento"

Maruja lava la colada a la orilla del Manzanares en el Ventisquero de la Condesa de la Cuerda Larga. Luce un sol de primavera radiante pero que trae un olor raro, diferente al de otras jornadas al olfato de la joven lavandera. Frota la prenda con frenesí para acallar la voz de sus pensamientos que le augura presagios funestos. No la quiere escuchar. ¡De ninguna manera!¡ Suficientes desgracias le han caído ya a su familia ¡.

Le encanta lavar la ropa por encargo. Antes acudían todas las mujeres del pueblo, pero desde que llegaron los franceses no merece la pena exponerse a riesgos innecesarios. Maruja se ofreció de buen grado porque le gustan la soledad, la corriente del agua arrugándole las manos con el jabón casero que elabora ella misma, la labor de ayudar a las demás mujeres. A su madre no le gusta nada que se marche ella sola por esos caminos del demonio cargada con el cesto de ropa sucia a muy temprana hora de la mañana y que regrese mientras todos sestean y ya han comido el cocido. Maruja está en los huesos y su madre quiere remediar eso para convertirla en una rolliza mujer que encuentre pronto marido. Pero Maruja no quiere casarse y convertirse en alguien rudo, aburrido y tosco como su propia madre. Sueña que su vida transcurre plácida en la soledad limpia de la corriente del Manzanares entre sábanas de lino y vestidos de algodón.

El olor de la espuma del jabón se mezcla con este nuevo hedor de sangre que se aproxima. Siente en su nuca el sonido del cabalgar cansino del jamelgo que se acerca flaco y desgarbado hacia la orilla buscando agua. Maruja cede al reclamo de su voz interior y vence su miedo de la única manera posible que se le ocurre en ese momento. Se gira bruscamente empuñando la pastilla de jabón en una mano y en la otra una sábana retorcida que acaba de lavar, aclarar y enjugar. Por lo menos tendrá algo con lo que defenderse del maldito francés. Pero sobre la silla atravesado en el asiento, la charnela y el estribo cabalga el cuerpo de un soldado moribundo. Maruja siente el impulso de bajarlo de la cabalgadura y arrojarlo al río, pero de nuevo la voz le ordena que obedezca a ese noble sentimiento altruista que le ha dado la fama entre los suyos de buena persona, generosa y desinteresada. Con cierta brusquedad empuja el cuerpo del soldado hasta que consigue que caiga al suelo. Lo examina y pronto descubre una herida punzante que sangra abundante en una pierna. Con agua y jabón la limpia. Con la sábana le practica un torniquete, le refresca la cara y le humedece los labios. El soldado abre un poco sus ojos apagados y susurra una palabras que Maruja no consigue entender. ¡Si supiera francés! ¡Ay, si supiese francés! Entendería lo que el pobre soldado le ha dicho antes de expirar, “Gracias, señorita. Le saluda el último Dragón del Cuarto Regimiento del ejército napoleónico. Guarde mi sable, mi pistola y mi carabina. Guárdelos que es lo único que puedo ofrecerle como muestra de gratitud”

Maruja arroja el cuerpo envuelto en una sábana al río y regresa al pueblo con su cesto de ropa limpia y un jamelgo hambriento, que cuando se recupere le acompañará a partir de ahora.

07/09/2007, 13:42




VICHOFF.- El último Dragón (Homenaje a Ridley Scott y a "Blade Runner")

Sentado el asiento del copiloto, frente al panel de mandos, Roy entretenía la espera jugando con la consola a uno de los juegos más antiguo de la Galaxia, el que consistía en encajar piezas de diferentes tamaños y colores para formar filas que desaparecían cuando estaban completas. El comandante Gregal, inclinado sobre la pantalla en la que se dibujaba el mapa de la zona, daba un último repaso a los cálculos mientras tarareaba en voz baja la música que le llegaba por los auriculares.El volumen estaba tan alto que Roy podía distinguir los potentes acordes de los Carmina Burana pero el comandante no parecía haberse dado cuenta, absorto en confirmar los detalles de la trayectoria que les llevaría a reunirse con las tropas del Ejército Estatal. Nadi habría dicho que, bajo la calma que aparentaba, se contenía una tensión capaz de organizar y dirigir la más complicada de las operaciones.
Frente a ellos se extendía el semicírculo del Bálteo y, a su espalda, en formación de flecha, la escuadrilla de los Dragones daba la popa a la M$" y esperaba la orden de iniciar la marcha.
En su camino hacia el frente de batalla habían atravesado la puerta de Tannhäuser bajo la lluvia de Rayos C del enemigo pero los Dragones eran más rápidos y, sobre todo, tenían más facilidad de maniobra que los pesados Flash del ejército rebelde. Gracias a eso habían conseguido escapar a la emboscada. Las tropas del Ejército Estatal esperaban el refuerzo del escuadrón para hacer frente al avance de los sublevados.
Al cabo de unos minutos, el comandante se enderezó en su asiento, se quitó los cascos y, con un gesto, le pidió a Roy que le alcanzara el casco. Era la señal. Roy apagó la videoconsola y conectó la comunicación con el resto de las naves.
--¡Dragón Dos! --llamó el comandante.
--¡Listo! --contestaron desde la nave situado detrás de ellos.
--¡Dragón Tres!
--¡Listo! --respondió la voz desde el extremo del flanco derecho de la formación.
--¡Dragón Cuatro! **********************************************************************
No los vieron llegar. Surgieron como si se materializaran desde la nada justo cuando los Dragones, después de atacar la retaguardia enemiga, regresaban junto a los cruceros Magnum. Los Speed rebeldes cayeron sobre ellos con una lluvia de fuego que, avanzando desde la cola de la formación, incendió las naves una a una mientras, en la cabina del Dragón Uno, los tímpanos de Roy y del comandante Gregal retumbaban con el estruendo de la deflagración.
--¡No mires atrás! --gritó el comandante mientras apuraba la potencia de los propulsores.
Pero Roy no pudo evitar volver la cabeza para ver cómo el negro telón del cielo se iluminaba con el estallido de los Dragones, para asistir al trágico espectáculo de las naves ardiendo más allá de Orión.
"Espero poder contarlo", pensó.

Vichoff

12/09/2007, 23:08

CCCX... Alias-Abc "El reloj de arena de Mendes Peñarol"

semana: 31-08-2007
tema: Reloj de arena
ganador: ALIAS-ABC
título: EL RELOJ DE ARENA DE MENDES PEÑAROL.

Los dedos de Mistery Nurse arrastraron el deslizador de la cremallera haciendo que se detuviera brevemente en cada diente de la malla, un beso de labios metálicos cada vez, en la bota de cuero de tacón afilado. El viento de aquella noche de Agosto revolvió su madeja de bucles castaños en la azotea de aquel edificio de ladrillo visto. No se vislumbraban las estrellas. En la gran ciudad siempre era difícil verlas si uno las buscaba en el firmamento. Se llevó las manos a las medias blancas para comprobar que llevaba los ligueros bien puestos, las agujas hipodérmicas en su sitio, la insulina, un pequeño reloj de arena y el traje de cuero negro bien ajustado. Puso el reproductor mp3 en marcha y miró hacia el pacífico mar de luces artificiales que tenía delante mientras sonaban los primeros acordes de “Little Wing” de Hendrix. Midió la distancia entre azoteas. Tomó carrerilla y saltó como una pantera hacia la siguiente, iniciando una vertiginosa carrera en las azoteas de la urbe pucelana. Si algún paseante nocturno miraba inesperadamente hacia arriba sólo vería un fugaz borrón negro o, tal vez, recordaría la leyenda urbana de una superheroína vestida de enfermera que el “Times” había bautizado como “The Mistery Nurse” y que el pueblo de la ciudad natal de Delibes había tomado como nombre para ella.

La prensa del país se había hecho eco de la llegada de Mendes Peñarol, el dictador que gobernaba con puño de hierro el otrora idílico paraje caribeño de Distopía, a la ciudad para someterse a una operación. Mistery Nurse, a través de sus contactos, tuvo acceso a las pruebas médicas que se le realizaron aquella mañana. “El jodido viejo – pensó mientras echaba un vistazo profesional a la angiofluoresceingrafía – está perdiendo la vista por una diabetes”.

Sus músculos se tensaron mientras adoptaba una posición felina frente al palacete donde habían alojado al dictador. Miró hacia el suelo. Guardias: Varias parejas de uniformados vigilaban el perímetro, moviéndose. Llevaban radios. No podría anularlos a todos antes de que dieran la alarma. Sus ojos se movieron a través de la fachada buscando alguna ventana abierta. Por fortuna varias de ellas permanecían abiertas, aunque el palacete estaba demasiado lejos para llegar saltando. Los alrededores ofrecían pocas posibilidades. Por suerte el palacete y la zona añeja eran objeto de una alta protección gubernativa por su interés cultural, por lo que aún había cables de alta tensión que sobrevivían ante la falta de eléctricas asociaciones de vecinos, la ardua tarea de bregar con el papeleo necesario para soterrarlos y la absoluta falta de interés por parte de casi cualquiera. Uno de esos cables unía los dos edificios. Mistery se movió sobre el filo de la azotea como si fuera una pasarela de desfiles, se plantó justo debajo e hizo el pino para poder colgarse del cable con sus botas de cuero. Cuando estuvo lista, pasó las canciones del reproductor mp3 hasta que empezó a sonar “La cabalgata de las Valkirias” de Wagner. Palpó con los dedos de la mano derecha el vació. Durante un momento titubeo: No recordaba si las niñas se habían acostado antes de irse. Tal vez hubieran notado su extraña ausencia. Desechó el pensamiento y se concentró en su objetivo dejándose caer. La inercia de su peso hizo que fuera deslizándose en el cable de alta tensión hasta el palacete como una chispa, mientras los guardias que vigilaban a ras de suelo no sospechaban lo que acontecía sobre sus cabeza. Apenas hacía ruido sobre las viejas tabillas de madera del suelo. Era menuda, era rápida y era ágil. Localizó la cama de Mendes y antes de que este pudiera gritar la mano de Mistery tapaba la boca del pequeño y frágil Dictador de Distopía, mientras con la otra le inyectaba una dosis lo suficientemente alta de insulina como para que se quedara en coma para el resto de sus días.

Contempló sus ojos mientras se debatía. Sacó el reloj de Arena y lo depositó, en una mesilla de noche cercana, a la vista de aquel quebradizo anciano.

- Tu vida se escapa como esos granos de arena, Mendes. Y nadie puede dar la vuelta a tu destino. La arena de ese reloj es lo último que verás de Distopía, pues procede de allí.

Mientras se estiraba con parsimonia el traje pensó que tal vez por la mañana acudiría a ver al Padre Alonso, el único hombre santo a su entender, que oficiaba en una pequeña e íntima iglesia en la que Mistery confesaba regularmente sus pequeñas aventuras: El padre ponía la conciencia y ella la acción.

Respiró el aire desde el techado, tiró unas cuantas tejas en la parte posterior para llamar la atención de la guardia y en pequeños saltos sobre el alfeizar de las ventanas llegó al suelo. Un disparo rebotó en la esquina que acababa de doblar.

Podía ser que esta vez la cogieran. Podía ser… y emitió un aullido animal que paralizó brevemente a sus perseguidores mientras en el mp3 sonaba “Esta noche no se duerme” de Los Suaves.

04/09/2007, 6:09

CCCIX... Blanka_L "Espejismo"

semana: 24-08-2007
tema: La casa de los espejos
ganador: Blanka_L
título: "Espejismo"


El cabo Jean Farroux, medio muerto de sed y de insolación, entró en la fresca casa en ruinas y suspiró de alivio. Soltó la mochila y el fusil de chispa. Se oía agua cayendo en algún sitio y Farroux se relamió el polvo de los labios y pasó más adentro.

Un ala de la casa se había derrumbado y lo demás estaba lleno de cascotes de yeso. Los techos y las paredes habían sido de estuco pintado, los suelos de mosaico. Una casa rica abandonada en tiempos de... ¿de su abuela? Le tiró unas piedras a las ratas y siguió adelante por el sitio que encontró más despejado.

El jardín era una masa de zarzas, el pozo estaba seco, las columnas caídas. Había una estatuilla que le apuntaba con su roído dedo de mármol; estaba sin cabeza pero seguro que, de tenerla, se estaría riendo de él.

Llegó a una puerta que sorprendentemente se abrió sólo con tocarla, tan suave como si estuviera en uso. Allí había una sala profunda que, hasta donde llegaba la claridad de la puerta, estaba conservada. Tenía repisas de piedra, un frontal de azulejos... Una cocina vacía.

Entró. Allí el agua se oía muy cerca, un chorro que salpicaba en su pileta. Se sentía el frescor.

—¡Agua! —gritó muy contento. Y el eco le contestó lo mismo.

Pero una voz de mujer dijo muy bajito:

—¡No me toques!

Se volvió en redondo.

Colgado en la pared de la cocina se veía el espejo más grande y más ricamente adornado y dorado que hubiese podido estar nunca en el mejor de los salones, y en él se abría una escena llena de luz: Una chica muy guapa colocaba fruta en una mesa donde reposaba un banquete estupendo, bandejas humeantes como si las fueran a servir ya mismo.

La chica se llevó el dedo a los labios.

—Chssssst. ¡No me toques! —susurró.

Jean Farroux se quedó pasmado. El espejo parecía reflejar la misma cocina en la que se encontraba, pero viva, como cien años antes, como si la casa estuviera habitada. Las ventanas estaban abiertas, la mesa tenía mantel, los estantes platos de colores y las alacenas sus tarros y botellas de cristal. Todo limpio y alegre.

Se veía una pila honda donde caía un chorro de agua continuo por un caño de metal. Jean Farroux miró a su espalda... y descubrió la misma pila pero seca y llena de telarañas. Escuchó, se dio cuenta de que sólo era dentro del espejo donde sonaba el agua.

Todo lo que en la casa era soledad y ruina, en el espejo era vida. La chica sólo estaba en el espejo.

—¡Ay! —suspiró ella. Era una rubia como un melocotón. Cogió una bandeja, y se dirigió a una puerta al fondo haciendo señas a Jean para que la siguiera.

El joven localizó la misma puerta de roble, que existía de verdad a su espalda, al otro lado de la cocina, aunque en la realidad, fuera del espejo, era un madero roñoso y agrietado. Salieron a un pasillo que sólo recibía la luz que brotaba de otro espejo dorado. En él, la chica le sonreía con su bandeja:

—¡Ven!

Y lo condujo a un comedor vacío, que en su correspondiente espejo luminoso se veía fresco y con la mesa puesta.

Enseguida vio entrar una familia, padres, viejos y niños, que comieron y bebieron en el espejo sin que el soldado pudiera disfrutar de una miga ni de una sola gota de nada. Parecía que ni siquiera le veían. Él estaba en la oscuridad, ellos en la luz del espejo. ¿Qué era aquello? Se encontraba muy mal, tenía fiebre. La maligna criadita recogía los platos y le sonreía. Ella sí le veía. ¿Por qué le había llevado allí, si no le iba a dar nada?

—¡Oh! —la chica hizo un mohín decidido, cogió una copa, virtió agua, se la llevó a los labios y se la bebió.

—¡Ah! —y chasqueó la lengua con delicia. Le caía una gotita por la linda barbilla.

Jean Farroux, temblando de fiebre, extendió la mano.

—¡No me toques! —le advirtió ella frunciendo el ceño.

Jean no la oyó.

—¡NO! —gritó horrorizada cuando él puso los dedos en el espejo, encima de su boca húmeda.

Y algo espantoso ocurrió. El espejo se rajó de parte a parte, la chica se esfumó, se oyó un trueno, la luz desapareció, los cimientos de la casa temblaron de espanto... y empezó a caer la lluvia, una tormenta tremenda, un agua limpia que él se pudo beber por fin.


28/08/2007, 22:40

CCCVIII... Mens-Curiosa "La tierra del Pájaro de Fuego"

semana: 17-08-2007
tema: La tierra del pájaro de fuego
ganador: Mens-Curiosa
título: "La tierra del Pájaro de Fuego"

Al norte del mítico Edén y a cien jornadas de camino siguiendo la estela de la aurora boreal, se encuentra el País de la Nieve. La mayor parte de su territorio lo ocupa el Gran Desierto Blanco, también conocido como la tierra del Pájaro de Fuego. El resto lo constituyen una veintena de poblaciones, más o menos importantes, que se encuentran distribuidas a lo largo de los límites del Desierto, bordeándolo como un cinturón de asteroides.

El motivo de la singular ubicación de estas ciudades hay que buscarlo, sin duda, en el folclore del país que narra sus orígenes. Y éste nos revela que sólo en el Gran Desierto Blanco se puede encontrar a esa extraordinaria criatura conocida como el Pájaro de Fuego. Hasta esta desolación llegaron –se cuenta- muchas personas que buscaban tentar su destino. Porque este ave fabulosa posee el don de conceder un deseo, el más ansiado. Pero sólo a aquél que logre arrancar una pluma de su larga cola, rojiza, anaranjada y amarilla, semejante a una llamarada.

Hace siglos que el Pájaro de Fuego se dejó de ver. Y las razones para ello las recogen también las tradiciones. Se dice que éste se encuentra ocupado resolviendo el deseo que le profesaron Shaska y su hermano Kolia. Estos dos jóvenes, ambos enamorados de la joven Valeria, partieron en busca del ave extraordinaria y, tras un forcejeo inicial, lograron arrancarle una pluma al mismo tiempo. Shaska pidió tener a la joven Valeria; Kolia, que Shaska no la tuviera. El Pájaro debía complacer a ambos, pero no veía el modo. Así que decidió convertir en piedra a los tres implicados: Shaska, Kolia y Valeria, con objeto de ganar tiempo para resolver su dilema. En la distancia pueden observarse las tres grandes cordilleras en que se transformaron los jóvenes e incluso apreciar en ellas el contorno de tres figuras humanas tumbadas. El día en que éstas desaparezcan, todos sabrán que el ave es libre de nuevo para seguir otorgando deseos.

Pero, mientras la espera dura, los habitantes del País de la Nieve no han permanecido ociosos. Optaron por volcarse en el desarrollo de aquellos primitivos asentamientos, que crecieron hasta convertirse en ciudades, y se dedicaron a comerciar con los territorios vecinos. Sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido, todavía hay síntomas que prueban que éstos no han olvidado su pasado. En el País de la Nieve se hallan, precisamente, los mejores escritores y los pensadores lógicos más talentosos. Los primeros se dedican a hacer realidad, en sus ficciones, los deseos que el Pájaro de Fuego ya no puede conceder. Los segundos, por su parte, entrenan sus mentes con todo tipo de juegos de razonamiento y, aunque nunca lo reconocerán, en el fondo sueñan con el día en que puedan adentrarse en la tierra del Pájaro de Fuego con la solución al dilema de éste.

El corazón tiene razones que la razón no entiende

22/08/2007

sábado, 18 de agosto de 2007

CCCVII... Estresado "Un cuento tatuado"

semana: 10-08-2007
tema: Orquídeas y Sapos
ganador: Andresniporesas
título: Un cuento tatuado.

Con parsimonia, lentamente, midiendo los gestos y las acciones le desabrochó la blusa y con una ceremonia heredada de los cuentos le soltó el sujetador. No podía creer lo que estaba viendo: en el pecho izquierdo tenía tatuado un sapo y en el derecho una orquídea.
Julio quedó cortado, sabía que a partir de ese momento el encuentro sería especial.
Ella, Irina, lo miró con cariño, hasta con compasión. Y comenzó a relatarle su historia, una historia absurda, quizá. Una historia pactada y pagada.
Érase una vez una jovencita que tenía muchas ganas de casarse. Todos los días llevaba al río un par de orquídeas y las tiraba a la corriente. El río las hacía bailar en los remolinos y algunas veces quedaban atrapadas en el barro de la orilla. Allí prendían y crecían y florecían. La joven estaba convencida de que un príncipe había sido embrujado y ella le llevaba las orquídeas, las besaba y las tiraba al agua, por si entraban en contacto con el sapo de sus sueños y así recuperaba la forma humana.
Pasaron los días, pasaron los meses y pasaron años. Y aquel río chiquito se convirtió en un jardín en cuyas orillas crecían unas orquídeas bellísimas. Tan bello era, y tal era su fama, que otro príncipe, el hijo heredero del reino de Calibia, venía a pasear todos los días entre las orquídeas, cortaba las más hermosas y se las llevaba a su amada esposa.
Un día, dentro de la orquídea que el príncipe cortó, se encontraba un pequeño sapito verde, brillante, silencioso. La esposa amada colocó las flores en el jarrón sin ver el sapito y se acostó. A las 12 en punto de la noche el sapo comenzó a croar con insistencia. El príncipe y su amada esposa se despertaron. Se miraron y rieron. Entonces el príncipe le dio un beso a su amada y ésta se convirtió en una ranita azul brillante, la cual dio un salto y se colocó sobre la flor de la orquídea junto al sapito.
Lleno de tristeza el príncipe cogió las flores y el florero y se encaminó al río. Allí vació el agua, las orquídeas y al sapo y la ranita, su amada. El agua se iluminó en el punto donde cayó la ranita y el príncipe sintió la necesidad de ir a encontrarse con su amada esposa. Se adentró en el agua, sin poder detenerse, hasta que la corriente lo cubrió.
En aquel remanso del río suena el canto de las ranas pero por encima de todas se oye cada noche, a las 12 en punto, una melodía que canta el príncipe enamorado.
¿Te ha gustado, Julio? Aquella ranita soy yo, siempre lo he sido.
Bueno, el próximo día fingiremos que un oso entra en la habitación. Prepara un cuento.
Julio fue a darle un beso de despedida pero ella se lo impidió (por si acaso). Cuando Julio bajaba por las escaleras aún resonaban las carcajadas de Irina.

15/08/2007, 18:09

CCCVI... Escitorcillo "La Isla del Doctor Moreau"

semana: 27-07-2007
tema: Una isla desierta
ganador: Escritorcillo
título: La Isla del Doctor Moreau.


Llegué a la Isla de noche. Se agitaba en las palmeras un viento verde, un viento azul, un viento rojo, que venía desde las estribaciones del volcán, o desde las estribaciones de la playa. Todo era silencio. Cuando la barcaza dio con sus huesos en el embarcadero salió a recibirme el tuerto. Un cíclope creado por el doctor. Su único ojo verde parecía una linterna horripilante, su joroba, una desgracia. Llevaba un farolillo en la mano que desprendía agitadas serpientes amarillas. Era abyecto y refinado, hablaba con ceceos y suspiros agarrotados, casi con tartamudez, pero era solemne en cada frase, no inspiraba risa sino desprecio o temor. Cogió las maletas y las cargó a peso, era endemoniadamente fuerte, yo no podía con ellas y soy realmente poderoso. Caminamos el trecho que hay entre el embarcadero y la mansión, describía un violín de fermentos translucidos una melodía de caña de azúcar y barro. La mansión era grandiosa. Salió a recibirnos el policíclope, otro de los engendros del doctor. Susana dio un grito cuando lo vio, allí, alto, delgado, fuerte, con cuatro ojos en la cara. Ella sabía a lo que venía, y yo también, aún así no pudo evitar el lapsus que salió de su boca. Nos recibió el Doctor efusivamente. Correteaban por la antesala gatos verdes, producto de la industria de su dueño, todo un acierto de elegancia. Eran verdaderamente preciosos, tenían los ojos amarillos y el pelaje esmeralda. También vi un gato negro. Un gato negro normal, absolutamente normal. La primera noche la pasamos en el cenáculo con el Doctor, tomamos notas y más notas. Los crisantemos azules y amarillos de la salita competían con las fuertes acuarelas de algún loco Kandinski borracho. Luego llevamos aquellas notas al laboratorio. Nos enseñó el laboratorio, y los ordenadores. Y finalmente nos mostró nuestros aposentos. El Doctor era un individuo tenebroso, y a nosotros nos importaba una mierda aquello, lo hacíamos por dinero. Por la mañana contemplamos el horror de los híbridos. Durante tres meses creamos, engendramos, fabricamos, hibridamos, esperpentos y paranoias, paranoias y esperpentos. Luces de Bohemia bajo antorchas de horror. Teóricamente era una isla desierta. Pero bullía en cada páramo una colección de monstruosidades, el hombre cerdo, la mujer hiena, el hombre sin orejas, la mujer víbora. Y cientos de especies, animales y vegetales, que el Doctor y nosotros, sus ayudantes, creábamos. Tanto horror sólo por dinero. Mercenarios de lo estrambótico, especuladores de la horrísona mezcolanza. Finalmente nació el niño perfecto. Sin taras genéticas, perfecto, sin miopía, talasemias, anemias, glucogenosis, o debilidades, especialmente diseñado para la guerra y para la supervivencia, de un cerebro prodigioso, y de una fuerza descomunal. Su crecimiento fue rapidísimo, ya a los seis meses podía correr y hablar y el Doctor, entonces, decidió que sus demás proyectos sobraban, y los fue eliminando uno a uno. Dio caza a la mujer pantera y al hombre cerdo, incluso exterminó a sus gatos verdes. Finalmente decidió asesinarnos. Aquella noche organizó una espectacular cena. Mientras el niño perfecto tocaba una serenata de Mozart al piano nos invitó a una copa de Oporto. En el vino había puesto estricnina y cierto alcaloide de una planta de la Isla. Bebimos Susana y yo entusiasmados por el virtuosismo del niño perfecto. Pronto caímos enfermos de fiebre. Nos echó a paletadas a una tumba colectiva. Ahora mismo mi omoplato izquierdo está sobre la quijada de la mujer cerdo y mi pelvis descansa sobre el fémur del policíclope. El volcán pronto hará saltar por los aires a toda la Isla.
........................................................................