jueves, 21 de junio de 2007

CCXCIX... Blanca_L, "El juez"

semana: 8-6-2007
tema: La balanza
ganador: Blanka-L
título: El juez


Los torvos soldados del general Azumbre habían encontrado lo que buscaban y volvían desde las cámaras interiores del Palacio de la Ópera Flotante, hasta el vestíbulo donde los esperaba el general. Volvían rápidos y en grupo compacto, protegiendo, o sirviendo de escolta, a un hombre que venía enmedio de ellos: un individuo mayor vestido de etiqueta, muy pálido, muy flaco, muy decidido, con el ceño fruncido como el que ha tomado una determinación importante y se marcha a pasos largos, dejando mucho atrás.
Benson lo reconoció enseguida: El juez Balanzo, el amigo de la justicia, el servidor de la ley por antonomasia que salía en todos los programas de hiperondas para explicar algunos puntos complicados de las sentencias que se dictaban en los tribunales galácticos. La gente le tenía mucho respeto y lo que él decía se lo pensaban dos veces antes de olvidarlo y hacer lo que buenamente querían. Pero por lo menos se lo pensaban.
l enorme soldado que venía en cabeza del grupo se acercó al general Azumbre.
- ¡Mi general, el juez viene con nosotros por su propia decisión! -dijo en voz alta, para que le oyeran los vigilantes de plantilla de la öpera Flotante, que estaban agrupándose junto a la puerta, nerviosos, mirándose unos a otros, sin saber en qué pierna apoyarse, como si quisieran prepararse para salvar del secuestro al juez usando sus menguadas armas.
- ¡Ah, fantástico! ¡Viene por su propia voluntad! - recalcó Azumbre con su vozarrón de trueno, y se acercó al juez que le dio la mano con gravedad.
- ¿Nos vamos? - dijo el juez y sonrió a los vigilantes - No pasa nada -les dijo-, me marcho con estos... estos amigos. Voy a hacer un comunicado a la prensa ahí afuera. Sí, ahí fuera. Mañana lo leeréis en las noticias.Y se volvió para subir las escaleras hacia la salida.
Azumbre se frotó las manos con una sonrisa.
- Ya ves, Benson -se dirigió al joven que seguía toda la escena a su lado-, desde este momento, en nuestro nuevo planeta hay justicia. ¡La ley se viene con nosotros! ¿Has pensado ya si quieres venirte tú también? Ya sabes que si te unes a nosotros serás libre.
El juez Balanzo, en lo alto de las escaleras, se volvió para mirar lo que dejaba atrás. Levantó los brazos para ajustarse el vuelo de la capa, y por un momento Benson vio que la mano derecha del juez estaba situada, visualmente, sobre la cabeza de Azumbre, y la mano izquierda sobre la de la joven Yanna...Y Benson se imaginó, vio claramente, como si el juez estuviera sopesando, tentando con sus manos, las dos fuerzas principales en la decisión que él, Benson, tenía que tomar:
a) Marcharse con Azumbre a su mundo nuevo, donde sería respetado y podría recuperar una vida normal, aunque no tan libre como le estaban prometiendo, eso seguro.
b) Yanna, la chica enigma que le encantaba y que no era de nadie, tampoco suya, que él supiera... La chica que le ligaba a un mundo gris que le rechazaba a él, que le tenía miedo... La chica que temía a los soldados y que nunca se iría con ellos...
Vaya, se dijo Benson, sólo faltaba que la música empezara a sonar ahora y le echase el puntito dramático a la situación.
Y justo entonces, en el auditorio la música rompió con la obertura de la ópera que tocaba aquella noche y el foyer se llenó de notas dulces y trágicas.
BLANKA-L 12/06/0721:03

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