viernes, 28 de septiembre de 2007

CCCXI... Gemmayla, "El último dragón del cuarto regimiento", y Vichoff "El último Dragón (Homenaje a Ridley Scott y a 'Blade Runner')"

semana: 6-09-2007
tema: El último dragón
ganadoras: Gemmayla "El último dragón del cuarto regimiento", y Vichoff "El último Dragón (Homenaje a Ridley Scott y a 'Blade Runner')"


gemmayla.- "El último dragón del cuarto regimiento"

Maruja lava la colada a la orilla del Manzanares en el Ventisquero de la Condesa de la Cuerda Larga. Luce un sol de primavera radiante pero que trae un olor raro, diferente al de otras jornadas al olfato de la joven lavandera. Frota la prenda con frenesí para acallar la voz de sus pensamientos que le augura presagios funestos. No la quiere escuchar. ¡De ninguna manera!¡ Suficientes desgracias le han caído ya a su familia ¡.

Le encanta lavar la ropa por encargo. Antes acudían todas las mujeres del pueblo, pero desde que llegaron los franceses no merece la pena exponerse a riesgos innecesarios. Maruja se ofreció de buen grado porque le gustan la soledad, la corriente del agua arrugándole las manos con el jabón casero que elabora ella misma, la labor de ayudar a las demás mujeres. A su madre no le gusta nada que se marche ella sola por esos caminos del demonio cargada con el cesto de ropa sucia a muy temprana hora de la mañana y que regrese mientras todos sestean y ya han comido el cocido. Maruja está en los huesos y su madre quiere remediar eso para convertirla en una rolliza mujer que encuentre pronto marido. Pero Maruja no quiere casarse y convertirse en alguien rudo, aburrido y tosco como su propia madre. Sueña que su vida transcurre plácida en la soledad limpia de la corriente del Manzanares entre sábanas de lino y vestidos de algodón.

El olor de la espuma del jabón se mezcla con este nuevo hedor de sangre que se aproxima. Siente en su nuca el sonido del cabalgar cansino del jamelgo que se acerca flaco y desgarbado hacia la orilla buscando agua. Maruja cede al reclamo de su voz interior y vence su miedo de la única manera posible que se le ocurre en ese momento. Se gira bruscamente empuñando la pastilla de jabón en una mano y en la otra una sábana retorcida que acaba de lavar, aclarar y enjugar. Por lo menos tendrá algo con lo que defenderse del maldito francés. Pero sobre la silla atravesado en el asiento, la charnela y el estribo cabalga el cuerpo de un soldado moribundo. Maruja siente el impulso de bajarlo de la cabalgadura y arrojarlo al río, pero de nuevo la voz le ordena que obedezca a ese noble sentimiento altruista que le ha dado la fama entre los suyos de buena persona, generosa y desinteresada. Con cierta brusquedad empuja el cuerpo del soldado hasta que consigue que caiga al suelo. Lo examina y pronto descubre una herida punzante que sangra abundante en una pierna. Con agua y jabón la limpia. Con la sábana le practica un torniquete, le refresca la cara y le humedece los labios. El soldado abre un poco sus ojos apagados y susurra una palabras que Maruja no consigue entender. ¡Si supiera francés! ¡Ay, si supiese francés! Entendería lo que el pobre soldado le ha dicho antes de expirar, “Gracias, señorita. Le saluda el último Dragón del Cuarto Regimiento del ejército napoleónico. Guarde mi sable, mi pistola y mi carabina. Guárdelos que es lo único que puedo ofrecerle como muestra de gratitud”

Maruja arroja el cuerpo envuelto en una sábana al río y regresa al pueblo con su cesto de ropa limpia y un jamelgo hambriento, que cuando se recupere le acompañará a partir de ahora.

07/09/2007, 13:42




VICHOFF.- El último Dragón (Homenaje a Ridley Scott y a "Blade Runner")

Sentado el asiento del copiloto, frente al panel de mandos, Roy entretenía la espera jugando con la consola a uno de los juegos más antiguo de la Galaxia, el que consistía en encajar piezas de diferentes tamaños y colores para formar filas que desaparecían cuando estaban completas. El comandante Gregal, inclinado sobre la pantalla en la que se dibujaba el mapa de la zona, daba un último repaso a los cálculos mientras tarareaba en voz baja la música que le llegaba por los auriculares.El volumen estaba tan alto que Roy podía distinguir los potentes acordes de los Carmina Burana pero el comandante no parecía haberse dado cuenta, absorto en confirmar los detalles de la trayectoria que les llevaría a reunirse con las tropas del Ejército Estatal. Nadi habría dicho que, bajo la calma que aparentaba, se contenía una tensión capaz de organizar y dirigir la más complicada de las operaciones.
Frente a ellos se extendía el semicírculo del Bálteo y, a su espalda, en formación de flecha, la escuadrilla de los Dragones daba la popa a la M$" y esperaba la orden de iniciar la marcha.
En su camino hacia el frente de batalla habían atravesado la puerta de Tannhäuser bajo la lluvia de Rayos C del enemigo pero los Dragones eran más rápidos y, sobre todo, tenían más facilidad de maniobra que los pesados Flash del ejército rebelde. Gracias a eso habían conseguido escapar a la emboscada. Las tropas del Ejército Estatal esperaban el refuerzo del escuadrón para hacer frente al avance de los sublevados.
Al cabo de unos minutos, el comandante se enderezó en su asiento, se quitó los cascos y, con un gesto, le pidió a Roy que le alcanzara el casco. Era la señal. Roy apagó la videoconsola y conectó la comunicación con el resto de las naves.
--¡Dragón Dos! --llamó el comandante.
--¡Listo! --contestaron desde la nave situado detrás de ellos.
--¡Dragón Tres!
--¡Listo! --respondió la voz desde el extremo del flanco derecho de la formación.
--¡Dragón Cuatro! **********************************************************************
No los vieron llegar. Surgieron como si se materializaran desde la nada justo cuando los Dragones, después de atacar la retaguardia enemiga, regresaban junto a los cruceros Magnum. Los Speed rebeldes cayeron sobre ellos con una lluvia de fuego que, avanzando desde la cola de la formación, incendió las naves una a una mientras, en la cabina del Dragón Uno, los tímpanos de Roy y del comandante Gregal retumbaban con el estruendo de la deflagración.
--¡No mires atrás! --gritó el comandante mientras apuraba la potencia de los propulsores.
Pero Roy no pudo evitar volver la cabeza para ver cómo el negro telón del cielo se iluminaba con el estallido de los Dragones, para asistir al trágico espectáculo de las naves ardiendo más allá de Orión.
"Espero poder contarlo", pensó.

Vichoff

12/09/2007, 23:08

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