miércoles, 14 de marzo de 2007

CCLXXV ... Chesterton.- "Tom y el terror pánico"

semana: 22-12-06
tema: “La odisea espacial del Comandante Tom”
ganador: Chesterton
título: "Tom y el terror pánico"

El cielo se encapotaba y despejaba en un frenesí incontrolado, que teñía la infinita llanura de los campos de maíz de claroscuros veloces, sombras que avanzaban resueltas hacia un destino que sus ojos nunca verían. Los tres ancianos escuchaban con admiración la perorata del adolescente, un adolescente con un brillo especial de sabiduría en los ojos y mucho más pausado que su inquieta audiencia. El rancho parecía no haber sido habitado desde hacía décadas, pero allí, protegidos del viento feroz bajo un porche destartalado y que a través de sus hendiduras ponía luz en parcelas de las gastadas pieles de los tres longevos hombres sentados en sus mecedoras, tan gastadas y chirriantes como sus propios huesos, el joven Paul Fletcher contaba su historia.
_No creáis que gusto de ello –decía- pero tengo la vana, casi imposible, frustrante, quimérica esperanza de que mi historia perdure en la memoria de los tiempos. Yo no conocí a Tom, no más que os conozco a vosotros, mi relación con él era de superioridad jerárquica, su relación conmigo, en correspondencia natural, era de sumisión. Sin embargo, lo comprendo. Lo comprendo y lo admiro, amigos, porque… ¿qué humano sería capaz de enfrentarse a semejante visión sin perder la razón? ¿acaso creéis que vosotros no desearíais morir en ese trance? Y sin embargo él, que vio mejor que nadie el horror, alejado, ajeno a él pero percibido en su totalidad, ¡una visión global del sentido de la existencia! ¡y en la más absoluta soledad! no claudicó y no se dejó llevar por la negra mano de la muerte. Le bastaba apretar un botón, pero no, se enfrentó al horror cara a cara, no lo derrotó, no existe héroe capaz de hacerlo, pero aguantó sus envites mejor que lo haría cualquiera de nosotros. Perdió el juicio, de acuerdo, pero no pestañeó, no se dio la vuelta como si ignorando el espanto, éste dejara de existir.
Los ancianos escuchaban impertérritos, con sus babas pendulando en la dirección en que soplaba el viento. El más viejo de ellos chupaba su pulgar de un modo infantil, todos sabemos que la vida en sus extremos casi completa un círculo perfecto y no sabemos si el que se va a morir se asemeja al recién nacido o a la inversa.
_Sé que posiblemente mi discurso se perderá en el devenir de los tiempos, pero mi conciencia quedará tranquila. Tom, en una misión especial rutinaria descubrió el secreto de lo que conocemos por la vida, descubrió que no hay Dios ni progreso, sólo una tenebrosa mutación cíclica. Él vio a la Tierra detenerse en su eje y comenzar a girar en sentido contrario. Y aquí nos encontramos, regresando al punto de partida para comenzar de nuevo. ¡Cuántas vidas habremos vivido! ¡Cuántas veces habré lanzado este discurso! Vosotros, que os acabáis de levantar de la tierra, que venís aquí en busca de respuestas no podéis entenderlo, malgasto mis palabras tratando de explicar, tratando de que mi verdad llegue hasta el principio de los tiempos, de advertiros que sí hay fin. ¡O principio! aún no sabemos cuál es cual.
A medida que hablaba el sol iba desapareciendo por el este, las crías de golondrina que esta tarde habían despertado al mundo y piaban desconsoladas implorando alimentos a sus laboriosos progenitores volvían a los cascarones que se cerraban sobre sí mismos.
Paul se rindió y se dejó caer desolado sobre un taburete contemplando el horizonte. Los ancianos lo miraban alucinados, como se estudia a una especie extraña, a un loco, a un genio, a cualquier cosa de la que sólo se atisba su esencia y en la que no se puede penetrar nunca por completo.
No comprendéis. No podéis comprender el horror. Y aunque lo comprendierais no podríais hacer nada por cambiarlo. Es inútil mi esfuerzo y mi única desgracia es haber nacido en uno de los extremos del Universo, sería afortunado si fuese un ignorante como vosotros, pero soy testigo del mundo, un mundo que me priva de poder haceros entender, de que podáis tener la esperanza de que sólo dentro de unos pocos millones de años volveréis a la vida, ¡no comprendéis que tendréis más oportunidades de cambiar vuestros errores, todos los errores de la humanidad, toda la destrucción a la que nos sometemos a lo largo de los siglos! Si existe un infierno, éste es. El horror..., susurró.

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