miércoles, 28 de marzo de 2007

CCLXXXVI... Sementerio.- Material aparte

semana: 10-3-07
tema: "Nocturno del sol largo"
ganador: Sementerio
título: Material aparte

A veces me visitan sus fantasmas, nunca me cuentan dónde están, sólo aparecen para recordarme que murieron. Quisiera preguntarles si los enterraron como a los tres dedos del Siroco, debajo de un naranjo. Nunca supe el verdadero nombre del Siroco, le llamábamos así por su forma inesperada y rotunda de locura, como la ocasión en que le vi amputar tres dedos de su mano izquierda con un trozo grande de vaso roto, Hice lo posible por impedirlo, pero se defendió tratando de hundir el cristal en mi estómago. Le llevó enseguida la guardia de enfermeros y ahí quedaron tres falanges con su sangre derramada en la mesa. Se las devolvieron más tarde congeladas y así fue como organizamos el funeral. Antonio Aguilera hizo los oficios de sepulturero y a mí me correspondió redactar la homilía en honor a su eterno descanso. El Siroco repartía coca-colas entre todos con su mano sana y a mí me añadió un buen chorro de loción de afeitar para convertir el refresco en un "cubata cojonudo".
A Antonio Aguilera le conocía ya del campamento de reclutas, Él y Abadal Barceló me cuestionaban la existencia, Barceló supo enterarse del barrio donde había nacido yo, le resultaba demasiado elegante para su gusto y me hizo saber que el suyo no lo era tanto. Fue imposible hacerle entender que estaba empadronado aunque ya no vivía en aquella dirección. Por esa causa tenía que sufrir cierto acoso, a mi paso cantaban Escuela De Calor y me preparaban emboscadas en las letrinas con la pretendida intención de golpearme. Antonio Aguilera formaba en la compañía delante de mí y en alguna ocasión tenía vómitos que le obligaban a abandonar las filas. Antes de incorporarse al servicio militar, asaltó un banco sin que le detuvieran por ello y con el dinero pasó un año en Mallorca pensando hacer coincidir el momento en que se acabara el botín con el de su entrada en el Ejército. Esta información me la dio más tarde, por ahora sólo sabía que vino al mundo en un distrito humilde de Málaga.
Cuando Antonio Aguilera ingresó en el pabellón psiquiátrico del hospital militar donde yo mismo había acabado, quedó muy sorprendido al encontrarme en su misma habitación. Le vi yo antes que él a mí, me acerqué por la espalda mientras deshacía el petate y le asusté diciendo ¡uh!. En poco tiempo quedó demostrado que Antonio era más afortunado que yo, él tenía dos novias que venían a visitarle con frecuencia y yo ninguna. Llegó a ofrecerme la compañía de una, mientras se resolvía mi falta amorosa, sin que ninguno me pidiera nada a cambio, acepté el regalo, naturalmente. Le gustaba mucho leer, yo aún no conocía la trilogía del Señor De Los Anillos y él la describió para mí de forma apasionante. También me contó que tenía por costumbre inyectarse cocaína. Antonio decía que yo no me enteraba de nada, que era torpe por mi parte intentar el suicidio con cortes en las muñecas. Eso es "muy jodido y muy tonto", afirmaba, porque así, en cualquier caso, sólo se consigue dolor, y me recomendó el método que ya practicaba ofreciendo su propia jeringuilla, llena gracias a la colaboración de las chicas, para que la usara. Nunca llegué a seguir el consejo, si bien estuve tentado en alguna ocasión. Me salvaban los abrazos de Bel, la novia prestada, siempre colocada, pero también igual de dispuesta a hacer el amor en el jardín del hospital, debajo del árbol donde reposaban los dedos del Siroco.
Sobre todos nosotros se cerraba una noche muy profunda en la que no oscurecía nunca, cualquiera se convertía en un iluminado con pocas palabras. Lo notábamos en las caras, en especial eran los visitantes los que mayor impresión recibían cegados por la brutal luz de nuestra normalidad. Recuerdo a Pablito, el centinela, era posible tirar de su oreja y conseguir aullidos que le hicieron ganar el apodo de La Sirena, llenaban todo el pabellón alertando si se acercaba la oscuridad del día. Su fantasma siempre me pide que hable de él y ninguno de los no mencionado se queja.

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