miércoles, 28 de marzo de 2007

CCLXXXV... Jmlvfalco.- Se ofrece asesino de censores

semana: 2-3-07
tema: Libre
ganador: jmlvfalco
título: Se ofrece asesino de censores

Lo primero será disolver las manidas metáforas del céfiro, el águila y todas esas paparruchas. El viento se mueve tiranizado por la física de fluidos, no a su antojo, aunque nosotros, infinitamente soberbios, le atribuyamos un arbitrario afán destructivo. Tampoco el animal es libre, todos están encadenados a la gravedad –sin saber que es una ley inmutable-, a los rigores del clima, al mordisco cruel del hambre o, peor aún, a las dentelladas del depredador hambriento.
¿Tendré que insistir en que tampoco el hombre es libre, en su dimensión estrictamente animal? Habría que ver a todos los ecologistas de salón perdidos una noche por un monte salvaje, una sola noche, sin ropa, ni un mendrugo de pan ni una barrita energética, a escasamente veinte kilómetros de su confortable hogar: peloteta implacable y a la barriga de jabalíes necrófagos, sin remedio.
Digo yo que libre será el que goce de libertad. Y resulta que éste es un concepto abstracto, de manera que no nace en el mundo como un manantial musgosillo, emerge cuando se lo pronuncia y ni aún entonces deberíamos fiarnos mucho de su existencia, porque sólo los hombres emiten palabras y sabido es que los hombres mienten. Mienten porque les va la vida en ello, por costumbre, por descuido, por pretextos piadosos o por flagrante engaño, por pasar el rato, porque a usted se lo voy yo a decir. A veces ni siquiera mienten, sólo es que largan una palabra al buen tuntún, por moda, por quedar bien, porque se lleva y es tan fino y a fin de cuentas tampoco hay que darle tanta importancia a una palabra. Es una mera cuestión semántica, dicen los políticos.
Curiosamente son ellos los que más invocan el término. Pero frecuentemente lo enmarañan, adosándole “responsabilidad” (y entonces ya sabemos que no preconizan la libertad sino sólo que hagamos lo que ellos tengan por conveniente) o quizá “oportunidad” (y entonces ya les huelen las convicciones a muerto). O ni siquiera la enmarañan, ocurre tan sólo que nos damos cuenta de la farsa, pues libertad invocaban Stalin e Idi Amin y otras adorables criaturas. Alguno ha llegado a la desvergüenza retórica de preguntarse para qué la libertad. Pues mira, sin ir más lejos para mandarte al guano, canalla.
Dejénme que entresaque una definición para andar por casa: hurgando en un ampuloso escudo universitario, leo "Libertas pertundet omnia luce". Y eso es, justo eso, la capacidad de iluminar el mundo con toda la fuerza de una inteligencia inquisitiva, de modo que es libre quien piensa sin más atadura que las reglas del silogismo, quien identifica zonas de negrura y les arroja kilovatios de claridad, quien se libera del capote repulsivo de la mentira y deja la verdad desnuda, como una Venus flotando sobre una concha bajo un cielo turquesa. Y qué importa que te llamen lo que sea; que te llamen como se les ponga en las narices, pero que te dejen en paz, o sea rociando de palabras y de luz la jeta feísima de la mugre. Que te dejen matar censores, y tú lo hagas con gusto.

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